domingo, 16 de agosto de 2009

Ternuras



Año 29 después de Cristo.
Un pueblito de montaña. Una casa humilde. A su alrededor algunos leños:
La casa de un carpintero, que vivía con su Madre viuda...
En su taller: un refugio con una mesa para apoyar las maderas... algunas herramientas...

María, sentada cerca, conversando con su Hijo, mientras limpiaba unos granos para preparar la comida...
Una casa sencilla... personas sencillas...

Venía caminando, y frente a ella, salí corriendo... Me colgué de su cuello. La abrazo... La beso...
Ella rodea mi cuerpo con sus brazos. Responde a mis besos con sus caricias.
Me sonríe... Pasa su mano por mi frente, despejando mis cabellos como para ver bien mis ojos de niño...
Me levanta del suelo, haciéndome upa.
Me da un beso.
Me mira a los ojos,
Y arrimando su mejilla a la mía,
Dirigiendo su mirada con su cara pegada a la mía,
Hace un movimiento con la cabeza,
Señala a Jesús con la mano,
Y me dice:
- A El!.. El es el homenajeado!..

Levanto mi mirada. Veo a Jesús, robusto, alto... mirándome y sonriente.
Había detenido su trabajo.
Nos estaba observando, deseoso de guardar este gesto...
Cuando mis ojos se encontraron con los suyos, brillaron sus dientes detrás de su barba y bigotes...
Me alargó los brazos... Quería participar El también!...
María me bajó. Corrí hacia El. Me levantó al vuelo... haciéndome girar en el aire a su alrededor...
Me arrimó a su rostro, y con su barba me hacía cosquillas en la cara.
Le dí un beso. Lo abracé... Le saqué unas astillas de maderas de entre su barba oscura...

- Sabes, Jesús... anoche... Anoche, soñé que quería ser como Vos... Y no podía... Me sentía atado... Me desperté llorando...

Puso sus dedos sobre mis labios...
Me volvió a sonreir. Levantó su mano. La acercó a mi frente como tomando algo entre sus dedos...
Luego, los acercó a su boca, y sopló sobre ellos...
- Ya está!...
Y sopló de nuevo, y abrió los dedos como soltando algo...
- No está más... concluyó.

Ahora, sonreí yo...

Me tenía en sus brazos. Me recosté sobre su hombro, apoyado en su cabeza.
Miré a María... No quitaba sus ojos de nosotros... La alegría se le escapaba por esas ventanitas...

Me sonrió de nuevo, y me tiró un beso!..
. . . . .


SI NO VIVEN COMO NIÑOS:
SI NO SE HACEN PEQUEÑITOS COMO ELLOS...
SI NO SE MANTIENEN LIMPIOS E INOCENTES COMO ELLOS...
SI NO SE DESLUMBRAN ANTE MIS OBRAS, COMO ELLOS,
No entrarán en mi reino!...

Dejen que los Niños vengan a mí! Y Uds: háganse niños, y vengan a Mí, que yo los consolaré... Yo aliviaré sus cargas!..

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