domingo, 16 de agosto de 2009

"Humus"...




No quiero dar una clase de agricultura o de quintero u hortícola...
Pero, me parece necesario conocer o traer algunas cosas, que si bien son simples, a veces no las consideramos con atención...

Cuando nos proponemos hacer jardín o sembrar (o “hacer la quinta”) qué hacemos?
Primero qué tierra usamos?.. La tierra greda, o arcillosa?.. la que está más profunda? O la tierra “negra”, la que está a ras de suelo?..
No es esta última la más fecunda?.. Que se llama “humus”.. es la capa superior, la que pisamos, la que está llena de residuos orgánicos, de bichitos...

Y qué hacemos con ella?.. no la “punteamos” (= moviéndola con la pala?..) no rompemos los cascotes o terrones? no le sacamos las raíces dañinas?.. le pasamos un rastrillo, y sembramos...
Pero, aún luego la seguimos “torturando” para que dé frutos: removemos la tierra para matar los yuyos, y de esta manera no ahoguen la verdura... si la azada es peligrosa, usamos un cuchillito o un sapín...
Es decir: a la tierra “no la dejamos quieta”: para que de buenos frutos la golpeamos, removemos, fertilizamos con estiércol, con materias orgánicas en descomposición... Cuanto más residuos orgánicos tiene, mejor!.. Mejor son sus frutos!..


Y todo esto... para qué? A dónde vamos?..

Hay una palabra de Jesús que dice: “Aprendan de mí que soy manso y humilde...”
“Humildad” viene de esa palabra “humus”... de lo que estuvimos hablando antes...
Todo “laboreo”, todo ese tratamiento con la tierra en la quinta, es imagen del tratamiento o laboreo que hace el Padre Dios, el Viñador, con nosotros para que produzcamos frutos...

Si no somos “humildes”, si no somos “humus”, que se pisa, que se rompe, que se desterrona, que se desmaleza, que se abona (las cosas más desagradables, son las que hacen fecunda a la tierra)... no serviremos... No seremos útiles para nuestro Padre, Dios, el Viñador!..

Cuántas veces le “protestamos” a Dios: “porqué?” “Porqué esto?” “Porqué a mí?” “Pase de mi este cáliz,...” (oración sin la segunda parte: inconclusa!)
Ya sea por un dolor, por una angustia, por una poda, porque “nos removió” la tierra a nuestro alrededor, rompiendo nuestra “seguridad”... Porque se vino abajo mi situación económica, mi salud, mi cariño...
Pero no le preguntamos: “porqué permite eso”?.. “qué me quiere decir?... “a donde me querrá llevar el Señor”?.. “que quiere cambiar de mi”?..” “No estaré muy apegado a ésto o aquello”? “Seré muy “rebelde”?.. y no me dejo “pisar” como el “humus”?..” “No me querrá quebrar como se hace con el humus, para que fructifiquen las hierbas buenas, los alimentos... las obras buenas que beneficien a mis hermanos?..”
Si el “humus” necesita tantos golpes... para que yo sea igual o pueda dar frutos, el Señor sabe lo que necesito... Es decir: antes de la protesta o rebeldía, debo reflexionar... ante El!.. El Señor me necesita “dócil”, dúctil... en sus manos... de lo contrario no podrá servirse de mi...
Mi testarudez muchas veces quiere imponer al Señor mi ideas o caprichos... por eso El debe “quebrar” todo eso.

Y – si queremos ser como Jesús: “manso y humilde”, es necesario aprender en la escuela de Jesús la docilidad.... dejando de lado nuestra “sabiduría”: no siendo “sabiondo” como dice el tango (no soy yo quien debe determinar qué es lo bueno o lo malo para mí!).
Es necesario permitir que el Padre – con su Sabiduría (con mayúscula!) – nos haga tierra fértil... “humus”... que realice en nosotros el tratamiento necesario para lo que El quiera hacer de nosotros!

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