sábado, 22 de agosto de 2009

Los pájaros... los lirios...


(Mt.6,25-34; Lucas 12,22-31; Lucas 12,6-7)

Miren cómo las aves del cielo no siembran ni cosechan, ni guardan en granero,

y el Padre de los Cielos las alimenta.

No valen Uds, más que las aves?...” (Mt 6,26)

“Miren cómo crecen las flores del campo, que no trabajan ni tejen...

Y Yo les aseguro que ni Salomón, en el esplendor de su Gloria,

Se vistió como una de esas flores...” (Mt 6,29)

“Y si Dios viste así a las flores del campo que hoy florecen y mañana se echan al fuego...

No habrá mucho más por Uds, hombres de poco fe?..” (v.30)

“No se venden acaso cinco pajaritos por dos monedas?..

Y sin embargo, Dios no olvida a ninguno de ellos...”

En cuanto a Uds, hasta los cabellos de sus cabezas están contados.

No teman. Pero Uds valen más que muchos pajaritos...” (Luc 12,6-7)

Ya en tiempo de Jesús existía la costumbre de cazar pajaritos para venderlos...

Esta costumbre argentina no es nueva, aunque a los “ecológicos” no les guste... El hombre vale más que esos bichitos... (Palabra de Jesús!)

Más:

Había gente que criaba palomas o tórtolas para los sacrificios religiosos del Pueblo Judío:

María y José “ofrecieron el sacrificio que ordenaba la Ley: una pareja de tórtolas o de dos pichones” (Luc.2,24)

En el Levítico 12,8: ordenaba un sacrificio de purificación de la mujer que daba a luz un niño o una niña. Y si ella no le alcanzaba para presentar una res menor (cordero), debía tomar dos tórtolas o dos pichones...

Pienso también, que a Jesús, como a todo changuito le habrá gustado jugar o tener algún pajarito... Y cuando grande, Jesús sabe hasta lo que valen los pajaritos... (“No se venden, acaso, cinco por dos monedas?”)

Pienso también, que Don José alguna vez la habrá traído algún pajarito a su casa... algún pichón que habría caído de su nido... Y le habrá enseñado a Jesús a cuidarlo: a darle de comer, darle agua... hacerlo cantar...

Y María, su madre, le habría dicho que él, el pajarito, también daba gloria a Dios con su canto... Que Dios lo cuidaba a ese, como a todos los gorriones que andan sueltos, siempre cerca del hombre buscando comida y abrigo...

Y en más de una oportunidad, María iría a la fuente a buscar agua, cerca de algún arroyito, de la mano con Jesús, aún chiquito... Este vería con ojos de gran asombro, cómo los pajaritos venían allí a saciar su sed...

Y su Madre dejaría a Jesús allí... frente a ellos... queriendo hablarles... queriendo tocar sus plumitas, mirando sus colores, y saltitos... queriendo correrlos... como nosotros con las mariposas asentadas sobre el barro fresco bebiendo...

Cuántas veces habrá hecho este caminito, pensando encontrar a esos seres, a quienes Dios Padre abrevaba y les daba de comer bichitos y granos...

Y luego habrá contemplado cómo hacían su nidito en el horcón del rancho... o en algún agujerito de las paredes que le servían de refugio o taller a José... allí en medio de los palos o maderas...

Cuántas veces sentado en la falda de su mamá, conversaría con ella señalándolos... escuchando hablar a su madre de su gracia, de su pequeñez. De su fragilidad... y que aún así, sin embardo Dios los tenía en cuenta... Los había creado su Padre-Dios...

Lo mismo en esas idas y venidas, a buscar agua, más de una vez habrá visto crecer, en esos vallecitos de su Nazaret, cerca de los arroyos, al fondo de su casa, dónde habría humedad, a los lirios del campo... y a tantas plantitas que florecen en el campo...

Cuántas veces habrá corrido hacia ellas, tomando sus flores entre sus manos, admirando su forma... sus colores... perfumes... Y María con su bondad y sencillez, le haría descubrir todo ese mundo maravilloso... haciendo despertar la admiración del Niño Jesús... despertando esa capacidad de asombro y de aprender a descubrir todos los detalles que luego El, ya grande, utilizaría en su predicación...

Y quiero imaginarme, a María, cuando Jesús, ya grande, hablaba de los lirios y de los pajaritos, si Ella no recordaría más de un momento de aquellos en que juntos admirarían la obra de Dios...

No le vendrían a su mente el recuerdo de esos años de la infancia de Jesús, en que este despertaba atónito ante las maravillas de la naturaleza que había creado Tata-Dios... Y que juntos, contemplarían, y con los lirios en sus manos rezarían el Salmo 8: “Oh Señor, nuestro Dios! Qué admirable es tu Nombre en toda la tierra!...” Y le enseñaría a Jesús a alabar a Dios, porque “tu Gloria, Señor, es cantada por los labios de los niños y pequeños...” absortos ante la magnificencia de la Creación!...

Es cierto que Jesús es Dios, pero no obstante debió aprender como todo humano, ya que se hizo igual a nosotros en todo, menos en el pecado... Dice la Palabra que Jesús “crecía en edad y sabiduría ante Dios y los hombres” (Luc.2,52)

Y tanto José como María debieron enseñar a Jesús:

José le enseñó curtir sus manos acariciando los leños... para ganarse el pan...

Y cómo debía ser un “hombre” creyente...

María ayudó a despertar su sensibilidad observando los detalles de la naturaleza... y la vida...

Y ambos le enseñaron a despertar a una vida consagrada a Dios-Padre...

Jesús fue muy observador... Tanto que un día se sentó frente al tesoro del templo donde los judíos hacían sus ofrendas, y observaba lo que hacían los demás... para enseñarles a sus discípulos el valor de las ofrendas...

Era observador de la naturaleza y de la vida... Como María, su Madre, que guardaba todas las cosas maravillosas en su corazón... (Luc.2,51) Nada dejaba escapar.

“Y el Niño crecía, se desarrollaba, y se hacía cada día más sabio. Y la gracia de Dios estaba en El.”

Todo esto que me viene a la imaginación... porqué no verlo o imaginarlo a Jesús y a su Madre en situaciones concretas... Momentos concretos de esa vida de familia... de una familia de un pueblito de Judea... simple... sencilla... pobre... pero atenta y pronta a descubrir la mano del Creador en todas las cosas y acontecimientos...

Y cuándo estos no se entendían: guardaban silencio... pero un silencio “respetuoso”... porque sabían que estaban ante un Misterio... Y toda la vida es un misterio!..

Un misterio que hay que contemplar en esos pequeños momentos en que centellea... Y Jesús nos enseñó a prestar atención a todos esos detalles: tanto de las cosas, de los animalitos, como de los hombres....

Y luego tuvo la capacidad de utilizar todo eso familiar y que vivió tanto El como su Pueblo, para hablar a sus hermanos de Dios-Padre y de sus proyectos para con los hombres...

Qué lindo, no?.. Escuchar que nos hablen de cosas difíciles o altas en un lenguaje sacado de entre-casa, verdad?..

Así nos habló Jesús... con esas imágenes, nos habló de su Papá, para que nosotros pescáramos algo de su inmensidad y misterio...

(16/04/96)

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