jueves, 27 de agosto de 2009

Hacer sacrificios...


Días pasados conversaba con un hermano, y me decía lo siguiente:

“Muchas veces hablamos de ofrecer “sacrificios” especiales a Dios por algún motivo determinado...

“Digo yo: No será tal vez más importante ofrecer el “sacrificio” o la “cruz” que te ha tocado o te toca de turno???...”

Es decir: cada uno sabe del “callito” que le molesta a diario... “Los huesos”... “La artrosis...” “Esta o aquella angustia (que no deja de tener un motivo o fundamento bien real!...)” “Es que hoy no me he levantado bien...” “Hoy estoy indispuesto...” “No pude descansar... y ando de mal humor...” “Siempre lo mismo... estoy harto de esta situación... y no sé como sacármela de encima!...” “Esta enfermedad... y hace años que la arrastro!..” “Ese accidente que golpeó inesperadamente a un familiar...”

O simplemente esa rutina... diaria... a la que debo mi obligación... El trabajo de todos los días... las presiones... las tensiones... que me cansan y estresan...

Y cuántas cosas más... que cada uno conoce y padece...

Todo esto puede cambiar de color!.. todo depende de ti...

Si y no.

Depende de ti el ofrecerlas al Señor!..

Y depende del Señor porque en sus manos tienen valor!..

Y entonces – ya - no resultan un sufrimiento o dolor inútil!!!...

Si te pones ante Jesús y le dices que El tome en sus manos todo esto que te aprieta el corazón, y lo ofrezca al Padre juntamente con su Pasión, Muerte y Resurrección... es decir: en el único Sacrificio agradable a Dios Padre, que es el de su Hijo, (la Santa Misa... donde se actualiza su Pasión...) cómo el Padre no va a ver con agrado el ofrecimiento de su Hijo??..

Y cómo cambia – entonces – mi mirada y mi semblante... porque sé que esto que me toca padecer, no es algo inútil... No es un absurdo...

sino que – en las manos de Jesús - sirve para algo... y es valioso!.. es un sacrificio “agradable” a Dios...

Y cuando yo se lo ofrezco a Jesús por alguna intención en particular – como por el eterno descanso de las almas del purgatorio – o por el bien de un hermano necesitado...

Cuando el aguijón del dolor penetra mi carne y mi espíritu, y reitero el ofrecimiento... mi rostro ya no será el agrio, el del que tiene que soportar porque no hay más remedio, sino que vemos la utilidad y valor... y allí comienza a cambiar mi rostro... hasta comienzo a sonreír por el bien que estoy haciendo...!! Es la alegría del bien!

En aquel momento, Jesús estando pendiente de la cruz, recogió en sí todo el dolor de la humanidad: dolores físicos, morales , espirituales... todo dolor o padecer del hombre... Los recogió y se los ofreció al Padre: y su ofrecimiento fue aceptado!..

Lo que tengo que hacer yo - ahora - , es tomar mi dolor, mis penas y las de mis hermanos... recogerlas todas y ponerlas sobre el altar de Jesús!.. Y El las hace “una” con su ofrecimiento al Padre!.. y cobran un valor inmenso!.. se hacen “redentoras”... porque en la Misa reconozco mis pecados y el de todos mis hermanos: ruego por todos... hago un acto de humildad y de adoración a Dios Padre... le doy gracias... le suplico... le pido perdón... aceptando humildemente esto que me incomoda!

Qué distinta es la mirada de aquella persona que reniega y le dice a Dios: “Porqué me haces padecer, si yo siempre obré bien!..” “Porqué a mí?” “Eres injusto!..” “Si siempre ayudé a los demás, porqué me toca padecer todo esto?...”

Si no miramos la Cruz de Jesús, entramos en una rebeldía que nos daña... y nos amarga la vida!.. Entramos en un círculo vicioso, como el perro que se muerde la cola... y cada vez se lastima más!...

Pero, si vemos en ello la mano de nuestro Padre, de que nos da la oportunidad de participar junto a su Hijo en el ofrecimiento, e identificarnos con El en el dolor redentor... nuestra mirada será mansa... y crecerá en nosotros el amor: amor al Padre, y amor a los hermanos por quién intercedo con mis ofrecimientos unidos al Sacrificio de Jesús, el único sacrificio agradable a Dios!... Entonces: ya mi dolor no será un absurdo que ahoga mi existencia!.. Sino que mansamente, miraré a mi Cristo crucificado, y le daré gracias por esta oportunidad!..

Todo esto no quiere decir, que yo no pueda ofrecer a Dios algún sacrificio especial, distinto de lo que tengo que “padecer” (y no por voluntad o decisión mía!)... pero creo que de nada o muy poco vale que haga eso, si no aprovecho lo que la vida me está brindando cada día, o mejor: en cada momento!..

“Si quieres paz... Mirá a Jesús!.. (crucificado!)

“Si quieres amor... mirá a Jesús!.. (crucificado!)

“Si quieres luz... mirá a Jesús!.. (crucificado!)

“Si quieres alegría... mirá a Jesús!... (crucificado!)

El cargó con nuestras culpas... y no tenía pecado!

Bendito seas, mi Jesús!..


Lée: Isaías 52,14-53,12... Isaías describe los dolores del “Siervo de Yahvé”...

Después de leer, piensa, que si eso se hizo con el Maestro, qué será con el discípulo...

Si eso se hizo con el leño verde (sin pecado), qué será con nosotros, leños secos, pecadores... qué podemos exigir, verdad?


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