Días pasados conversaba con un hermano, y me decía lo siguiente:
“Muchas veces hablamos de ofrecer “sacrificios” especiales a Dios por algún motivo determinado...
“Digo yo: No será tal vez más importante ofrecer el “sacrificio” o la “cruz” que te ha tocado o te toca de turno???...”
O simplemente esa rutina... diaria... a la que debo mi obligación... El trabajo de todos los días... las presiones... las tensiones... que me cansan y estresan...
Y cuántas cosas más... que cada uno conoce y padece...
Si y no.
Depende de ti el ofrecerlas al Señor!..
Y depende del Señor porque en sus manos tienen valor!..
Y entonces – ya - no resultan un sufrimiento o dolor inútil!!!...
Y cómo cambia – entonces – mi mirada y mi semblante... porque sé que esto que me toca padecer, no es algo inútil... No es un absurdo...
sino que – en las manos de Jesús - sirve para algo... y es valioso!.. es un sacrificio “agradable” a Dios...
Y cuando yo se lo ofrezco a Jesús por alguna intención en particular – como por el eterno descanso de las almas del purgatorio – o por el bien de un hermano necesitado...
Cuando el aguijón del dolor penetra mi carne y mi espíritu, y reitero el ofrecimiento... mi rostro ya no será el agrio, el del que tiene que soportar porque no hay más remedio, sino que vemos la utilidad y valor... y allí comienza a cambiar mi rostro... hasta comienzo a sonreír por el bien que estoy haciendo...!! Es la alegría del bien!
Lo que tengo que hacer yo - ahora - , es tomar mi dolor, mis penas y las de mis hermanos... recogerlas todas y ponerlas sobre el altar de Jesús!.. Y El las hace “una” con su ofrecimiento al Padre!.. y cobran un valor inmenso!.. se hacen “redentoras”... porque en la Misa reconozco mis pecados y el de todos mis hermanos: ruego por todos... hago un acto de humildad y de adoración a Dios Padre... le doy gracias... le suplico... le pido perdón... aceptando humildemente esto que me incomoda!
Qué distinta es la mirada de aquella persona que reniega y le dice a Dios: “Porqué me haces padecer, si yo siempre obré bien!..” “Porqué a mí?” “Eres injusto!..” “Si siempre ayudé a los demás, porqué me toca padecer todo esto?...”
Si no miramos la Cruz de Jesús, entramos en una rebeldía que nos daña... y nos amarga la vida!.. Entramos en un círculo vicioso, como el perro que se muerde la cola... y cada vez se lastima más!...
“Si quieres amor... mirá a Jesús!.. (crucificado!)
“Si quieres luz... mirá a Jesús!.. (crucificado!)
“Si quieres alegría... mirá a Jesús!... (crucificado!)
El cargó con nuestras culpas... y no tenía pecado!
Bendito seas, mi Jesús!..
Lée: Isaías 52,14-53,12... Isaías describe los dolores del “Siervo de Yahvé”...
Después de leer, piensa, que si eso se hizo con el Maestro, qué será con el discípulo...
Si eso se hizo con el leño verde (sin pecado), qué será con nosotros, leños secos, pecadores... qué podemos exigir, verdad?
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