Días pasados, mientras apoyaba la oración del Sacerdote sobre mis hermanos, me venía un sentimiento de compasión por cada uno, por sus problemas, por sus debilidades, miserias y pecados, que le oprimían el corazón...
No era un sentimiento a algo ajeno a mí mismo, porque yo también estoy en la fila de los que necesitan compasión y sanidad interior... Yo también arrastro mis miserias... y necesito su consuelo... su fortaleza...
Dios – parece – nos hace sentir personalmente cuán miserables, débiles, y pecadores somos, para que seamos más sensibles al mal de mi hermano, y me sienta solidario a él... de modo que brote de sus labios una sonrisa, luminosa... serena... aliviando su corazón...
Entiendo que estos sentimientos deben anidar en el corazón de todo servidor que se acerque a su hermano para orar por él...
No lo puedo amar, si no es aceptándolo como es él...
No lo puedo amar, sino como lo ama Dios, es decir: como es!.. con todas sus cualidades y miserias!.. Al igual como El me ama a mí, a pesar de ser como soy ante sus ojos!..
Y cuando un hermano te mira, como desde abajo... se nos hace más penoso, porque sabemos que sólo la Gracia o Fuerza de Dios, es lo único que nos sostiene y protege!... ya que por mí mismo merezco sólo reproches y condenación... Y no claudicamos sólo porque confiamos en que el Señor nos sigue amando... a pesar de... y me ama sólo porque El es un empecinado en sus propósitos amorosos!..
Que nunca, Señor, me crea superior a nadie!..
Que nunca mire a mi hermano por sobre el hombro...
Que sepa bajarme del caballo en todo momento... y nunca hable a mi hermano desde arriba... sino frente a frente... de igual a igual!.. es decir: de pobre a pobre!.. de pecador a pecador!.. de necesitado a necesitado!..
Gracias, Señor, por permitirnos sentir en carne propia nuestras miserias!..
Gracias, porque esto no nos permite creernos superior a nadie!..
Gracias, porque esto nos ayuda a comprender los errores y faltas de mis hermanos!.. porque yo también estoy rodeado de ellas...
Gracias, porque así me ayudas a perdonar más fácilmente!..
Gracias, porque a través de esto, me siento más hermano de mi hermano!
Bendito sean tus caminos, Señor!..
Amén.
Y, a propósito, quiero compartir algo con vos, que - creo – resume maravillosamente – estos sentimientos, originados en deseos de compartir el Mensaje de Jesús. Este hermano explica cómo vibraba su corazón en ese primer contacto. Y cómo debe ser un Apóstol... aún lleno de debilidades y limitaciones... a pesar de haber sido arrebatado hasta el tercer Cielo... pero, allí, en su debilidad es fuerte y poderoso!.. Allí se ve el Poder de Dios!...
Dejemos que él lo explique:
“A ese hombre sí que puedo alabarlo, pero no a mí. No me alabaré sino de mis debilidades.
Si quiero gloriarme, no será locura, pues diré la verdad. Pero me abstengo de hacerlo para que nadie se forme de mi una idea superior a lo que ve en mí u oye decir de mí.
Y precisamente para que no me pusiera orgulloso después de tan extraordinarias revelaciones, me fue clavado un aguijón, verdadero delegado de Satanás, para que me abofeteara.
Tres veces rogué al Señor que lo alejara de mí, pero me respondió: “Te basta mi Gracia; mi fuerza actúa mejor donde hay debilidad!”
Con todo gusto, pues, me alabaré de mis debilidades para que habite en mí la fuerza de Cristo. Y por eso me alegro, cuando me tocan enfermedades, humillaciones, necesidades, persecuciones y angustias por Cristo.
Cuando me siento débil, entonces soy fuerte!” (2 Cor.12,5-10)
El Señor nos regale tales sentimientos, para compartir con nuestros hermanos su Buena Noticia!...
domingo, 16 de agosto de 2009
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