lunes, 28 de marzo de 2011

Enséñame, Señor...



Señor, enséñame a descubrir detrás de cada palabra o actitud hiriente, un alma golpeada, herida u ofendida…
Y que me de cuenta de que sus palabras reflejan la dureza de la vida que les ha tocado vivir!..

Enséñame y dame tu suavidad para hablar con ellos, como lo hiciste voz con la Samaritana, a quien pediste ayuda… aunque la sociedad de ese momento enseñaba u ordenaba no tratar con ese pueblo y menos pedirles un favor!... (Juan 4, 5-42)

Dame comprender que no todos tuvieron las mismas oportunidades de conocer, instruirse como yo…  a quien Tu siempre mimaste, cuidaste, y guiaste… a pesar de mi conducta.

Hay muchos rostros que más que palabras necesitan una sonrisa, un abrazo, un apretón de manos… un estar al lado (aún sin hablar!)

Alguien comentó que
“después de tantos años sin confesarme, lo hice simplemente porque el Papa me miró, cuando pasó en el coche…”

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