Tarde de otoño. Caminaba por la calle… llena de hojas secas…
Unas crujían bajo mis pies… otras arrastradas por el viento,
dejaban oír sus quejas, rayando contra el
pavimento…
Algunas amontonadas en un rincón de la vereda, esperaban una
escoba… o un fuerte aguacero, que las llevara vaya a saber dónde…
Miraba absorto esas hojas grandes como manos generosas…
amarillentas… bellas… a pesar de su estado!.. con sus bordes… y sus nervios
sobresalidos, como venas gruesas…
Ellas decían: “Misión cumplida!..” e iban al descanso.
No a la nada.
Sí, habiendo terminado su trabajo, iban a contribuir hasta
su total final o transformación… Iban a contribuir con los demás componentes de
la naturaleza…
Absorto pensé:
duró poco meses:
amaneció como verde brote… fue creciendo: alimentándose y
alimentando… (Contribuyendo a la “fotosíntesis” de la planta, como dicen los
estudiosos…)
Dio sombra. Cobijó a las aves. Renovó el aire que respiramos…
y ahora abonará la tierra, hasta confundirse en ella!.. para que otros
aprovechen de ella.
Sabes, señor…creo que Tú me estás hablando a través de esta
hoja:
Nací. Bebí la vida de lo demás.
Y una vez que complete mi siclo, mi cuerpo desaparecerá… por
un tiempo.
Para el hombre este desaparecer será un brotar en otra
primavera… en la eterna primavera!.. En una Vida nueva y sin fin!
Tengo también como la hoja,
una función, una misión: crecer, desarrollarme, dar ”sombra”,
alivio; cobijar a los demás o a quien pida de mí;
renovar el “aire” que respiran nuestros espíritus: haciendo
potable el ambiente en el que deben
crecer los demás junto a mí.
Como la hoja, al final,
yo también debo fecundar la tierra…
La hoja… hace posible “otra” vida (hace posible otra hoja,
que no es ella misma)
Yo – también… pero en mí hay un germen especial, distinto:
un germen de VIDA… una promesa de una nueva primavera: una RESURRECCIÓN
definitiva: allí-seré-yo-mismo. No voy a ser otra persona (como le puede pasar
a la hoja…). Seré YO – en cuerpo y alma – definitivamente!..
Señor, si la hoja que dura poco, cumple su misión…
Qué bien! Tu lo ordenaste así!
Qué queda para mí?
Tu me regalas esta vida, y además, pones en mí una promesa de
que aquí no termina…
Me dices que esta es una preparación: un ejercicio para otra
vida: una vida de Amor… eterno!.. Por eso me pides que ahora lo ejercite!
Mi persona se tiene que acostumbrar al Amor:
Y amor significa “desgaste” por el otro; crecer haciendo
crecer al otro; vivir, ayudando a vivir al otro, como lo hiciste Tú, Señor de
la Vida!
A Vos te gustó compararte con la VID; y si no estamos unidos
a Ti, tu Savia (Amor) no circulará por nosotros.
Que no me separe de Ti, para poder llegar a ser una hoja con
verdor eterno, una hoja con Vida… convida que dure para siempre! Amén.
(Julio-1989)
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