Jesús dijo: - “Hagan esto en memoria mía!..”
Y nosotros proclamamos luego de la consagración, ante el Cuerpo y la Sangre de Jesús: - “Anunciamos tu muerte, proclamamos tu resurrección. Ven Señor Jesús!”
-Muchas veces pensé en María, participando con los discípulos en la Cena del Señor…
Pero nunca me puse a pensar, a considerar los sentimientos de María al comulgar el Cuerpo y la Sangre de su Divino Hijo Resucitado…
- Cuántos sentimientos surgirían en su corazón!.. Lo que estaba comiendo era el Cuerpo de su Hijo!.. Qué recuerdos le vendrían a la Madre!..
Al escuchar de los apóstoles, las palabras de Jesús: “Hagan esto en memoria mía!..” qué no recordaría María?..
Que la Misa era el “memorial de su Pasión”… Traer… hacer actual esos momentos… y ella había estado allí!..
Y Jesús pidió que recordáramos, que hiciéramos “presente” ese acto de Salvación…
Y ella estaba allí, recordando, presenciando, participando de nuevo de ese acto Salvador!..
Al comulgar… cómo no abrazaría a su Jesús resucitado, en su pecho… cómo no hablarle con amor!.. a ese mismo Jesús a quien llevó en su seno, a quien le había dado su carne y sus sangre, y que El luego entregó en la cruz por todos los hombres…
Cómo no iba a amar entonces, a todos los hombres como a hijos de sus entrañas?.. cómo no desear llevarlos a todos a Jesús, después de todo lo que Ella, junto a su Jesús, debió sufrir, para que sean salvos!..
Y luego de su corazón brotarían las palabras: “Ven, Señor, Jesús!”… Ven pronto a establecer tu Reino eterno!..
-Y su Hijo… no haría nada para corresponder a su amor?... a sus palabras maternas llena de cariño?..
Por algo, Jesús, se la llevó junto a El, en Cuerpo y alma, y le dio el título de “Reina y Señora”, y Medianera de todas las gracias, de toda la riqueza de Dios!
No puedo no pensar en el tiempo en que María estaría sumida en la presencia de su hijo, al recibirlo eucarísticamente!... Cuánto Amor!.. “Cuánto te extraño, Hijo mío!”
Y cuánto ofrecimiento y plegaria a favor de los “amigos” de Jesús… para que fueran fieles a sus mandatos… para que instauraran ya aquí en la tierra, el “Reino de los Cielos” (no el cielo terrenal), sino esa Presencia Divina entre nosotros los hombres…
Madre de Jesús… y Madre mía y de mis hermanos… háblale a Jesús de nosotros – hoy – que estamos en medio de preocupaciones, en medio de dolores, angustias… de confusión…
para que nosotros también nos acerquemos a su amor, comulgando realmente su Cuerpo y su Sangre…
pero que - realmente- nosotros también lo hagamos con nuestro cuerpo, alma y espíritu… de modo que su “Presencia” nos invada totalmente!..
y podamos como vos hablarle de todos nuestros hermanos que tienen hambre y sed, no solo de pan, sino de El!..
Amén.
(Junio-2010 – Pôllos Kyriou)
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