lunes, 21 de junio de 2010

“Dispenser”



 
v  En un banco,
un “dispenser” es un cajero automático que me permite tener en mis manos dinero efectivo o realizar alguna operación referente a él…
v  Yo podré acceder a mi dinero siempre y cuando cumpla con algunos requisitos:  tener mi tarjeta personal, mi clave personal de identificación, tener fondos… etc
Un Sacerdote (y en su escala, todo laico) es un “dispenser”… un dispensador de los bienes, de las riquezas celestiales… las riquezas de Dios, de sus bendiciones… de sus gracias…
A él puedo recurrir en cualquier momento… pero para poder recibir esas riquezas tengo que cumplir algunos requisitos mínimos…
Primero de todo es “querer” hacerlo… desearlo… y nuestra disponibilidad: lo voy a estar si estoy en paz, armonía (en Gracia!) con el Señor y con mis hermanos… de otro modo cómo podré ir a reclamarle a Jesús sus gracias?.. sus favores, su amor, si lo desprecio…


En casa,  
v  un “dispenser de agua” es un aparato (que tenemos en la cocina o en los lugares públicos…) que me permite acceder a ese líquido tan vital para nuestra vida… lo tenemos a mano… para calmar nuestra sed…
v  Yo podré tomar agua de él con algunas condiciones: querer hacerlo…presionar la palanquita o grifo, acercar un recipiente o vasito para recoger el agua…
Un Sacerdote ese  “dispenser de agua” que tenemos a mano para poder beber esa agua de Vida que salta hasta la Vida Eterna… A través de él, Dios nos regala su VIDA… (por sus Sacramentos)
Pero: también para poder recibir ese regalo (=gracia/gratuidad) tenemos que cumplir algunos requisitos:  querer recibir esas bendiciones que Dios pone a nuestro alcance… Acercarnos… usar los instrumentos correspondientes… estar en amistad con Dios (en gracia)…
Si yo uso un vaso sucio… que tiene resto de veneno… terminaré envenenándome…iré a la muerte… San Pablo dice: “por eso, por no discernir el Cuerpo y la Sangre de Cristo, hay muchos muertos entre Uds…” No podemos acercarnos a El de cualquier manera ni a las corridas…
(Si mi corazón tiene odios o rencores… cómo puedo acercarme a comer el Cuerpo de Cristo, el Amor del Padre?..)


Por supuesto que será siempre más agradable y ventajoso disponer de un “dispenser” limpio, bien presentado, que sea digno… tanto en un banco, como en nuestra cocina…
(si en casa el dispenser de agua está sucio, salpicado… el agua está adentro del botellón, no tiene problemas…  pero  eso hace más difícil todo… que no se percibe fácilmente lo beneficioso de esa agua…
Lo mismo sucede con el “Sacerdote” (o con el Laico que debe ser “misionero”!!)…  Si es difícil ver en ellos la bondad, la belleza, la Verdad, la alegría de la Buena Nueva!.. Cómo convencernos y convencer a los demás, si descuidamos,  si despreciamos lo que llevamos…

Lo mismo puede pensarse en un cajero bancario abandonado, sucio, lleno de polvillo, con papeles desordenados… por el piso, poco iluminado… “Qué nos vamos a meter allí?...”


Otra imagen… El cable de la luz…
Muchos se acordarán de esos cables acordonados en las casas de techo alto de donde colgaba un cable con la lamparita para iluminar la cocina… Normalmente estaban muy sucios… por las moscas, por el humo… pero a pesar de ello, la electricidad pasaba!... y el ambiente se iluminaba…
Lo mismo pasa con el Sacerdote: el es un instrumento… es un medio por el cual Dios nos hace llegar su Gracia: su Poder, su Paz, su Perdón, su alegría… su nueva Vida!... a pesar de lo que su vida pueda ser…
Por supuesto, que cuando más reluciente esté ese instrumento y esa lámpara más fácil va a ser poder acercarse a ellos…

Cuando nos acercamos a una casa u hogar donde todo está limpio, impecable, iluminado, y nos reciben con una sonrisa… siempre va a ser más atractivo!...
Lo mismo pasa con nosotros: si realmente estamos iluminado por la presencia del Señor en nosotros, si somos personas de oración, si estamos abierto a todos… los demás creerán más fácilmente en nuestras palabras, porque ven en nosotros los resultados…



María y la Eucaristía…



 
Jesús dijo: - “Hagan esto en memoria mía!..”
Y nosotros proclamamos luego de la consagración, ante el Cuerpo y la Sangre de Jesús: - “Anunciamos tu muerte, proclamamos tu resurrección. Ven Señor Jesús!”

-Muchas veces pensé en María, participando con los discípulos en la Cena del Señor…
Pero nunca me puse a pensar, a considerar los sentimientos de María al comulgar el Cuerpo y la Sangre de su Divino Hijo Resucitado…
- Cuántos sentimientos surgirían en su corazón!.. Lo que estaba comiendo era el Cuerpo de su Hijo!.. Qué recuerdos le vendrían a la Madre!..
Al escuchar de los apóstoles, las palabras de Jesús: “Hagan esto en memoria mía!..”  qué no recordaría María?..
Que la Misa era el “memorial de su Pasión”… Traer… hacer actual esos momentos… y ella había estado allí!..
Y Jesús pidió que recordáramos, que hiciéramos “presente” ese acto de Salvación…
Y ella estaba allí, recordando, presenciando, participando de nuevo de ese acto Salvador!..

Al comulgar… cómo no abrazaría a su Jesús resucitado, en su pecho… cómo no hablarle con amor!.. a ese mismo Jesús a quien llevó en su seno, a quien le había dado su carne y sus sangre, y que El luego entregó en la cruz por todos los hombres…
Cómo no iba a amar entonces, a todos los hombres como a hijos de sus entrañas?.. cómo no desear llevarlos a todos a Jesús, después de todo lo que Ella, junto a su Jesús, debió sufrir, para que sean salvos!..
Y luego de su corazón brotarían las palabras: “Ven, Señor, Jesús!”… Ven pronto a establecer tu Reino eterno!..
-Y su Hijo… no haría nada para corresponder a su amor?...  a sus palabras maternas llena de cariño?..
Por algo, Jesús, se la llevó  junto a El, en Cuerpo y alma, y le dio el título de “Reina y Señora”, y Medianera de todas las gracias, de toda la riqueza de Dios!
No puedo no pensar en el tiempo en que María estaría sumida en la presencia de su hijo, al recibirlo eucarísticamente!... Cuánto Amor!.. “Cuánto te extraño, Hijo mío!” 
Y cuánto ofrecimiento y plegaria a favor de los “amigos” de Jesús… para que fueran fieles a sus mandatos… para que instauraran ya aquí en la tierra, el “Reino de los Cielos” (no el cielo terrenal), sino esa Presencia Divina entre nosotros los hombres…

Madre de Jesús… y Madre mía y de mis hermanos… háblale a Jesús de nosotros – hoy – que estamos en medio de preocupaciones, en medio de dolores,  angustias… de confusión…
para que nosotros también nos acerquemos a su amor, comulgando realmente su Cuerpo y su Sangre…
pero que - realmente- nosotros también lo hagamos con nuestro cuerpo, alma y espíritu… de modo que su “Presencia” nos invada totalmente!..
y podamos como vos hablarle de todos nuestros hermanos que tienen hambre y sed, no solo de pan, sino de El!..
Amén.

(Junio-2010 – Pôllos Kyriou)