“Te deseo un año lleno de piedras… De ti depende qué hagas con ellas…”
Pensando en estas palabras, me vinieron imágenes a la mente…
La imagen del lecho de piedra del río… por más escarpado que este sea, por más aristas que tengan las piedras… poco a poco se van alisando… todos sus filos se van limando y ya no hieren…
Hasta a veces es tanta la suavidad de sus paredes que debes tener cuidado de no patinar y golpearte sobre ellas…
Fue la labor del tiempo, del golpe de otras piedras, del correr del agua…
Al ver esos cantos rodados del lecho del río, su aspecto –hoy - ya no es el mismo de ayer… los puedes acariciar, los tomas y levantas con tranquilidad…
Es que el tiempo va pasando de la mano de Tata Dios, quien dijo que no nos va a fallar… Y eso hace que todas las circunstancias dolorosas, las podamos asumir con paz y sin riesgo de que nos sigan hiriendo…
Más: esas piedras se transforman en “recuerdos o trofeos de guerra” que exhibimos sin angustias ni dolor… Cicatrices que dan a nuestro espíritu una serenidad firme y vigorosa, y que se manifiesta a los ojos de los demás…
A veces queremos que Dios solucione nuestro problema rápido… Pero El sabe que necesitamos moldear, modelar nuestro espíritu, nuestro carácter… y que en vez de envolvernos en nosotros mismos, “enrollándonos como los bichos bolitas”, permanezcamos abiertos y atentos a los demás, a pesar de las heridas que podamos llevar…
Ello dará al final, paz a nuestro corazón… porque al estar atentos al dolor de los demás, prescindimos de todas nuestras ”ñañas”, por más grandes que sean o parezcan…
Dios nos de la perseverancia y paciencia, sabiendo que El está con nosotros…
y si está: quién contra nosotros?..
Además: El dará sentido - siempre – a nuestras vidas!...
Dios nos conceda sabiduría para ver el lado positivo de todas las cosas…
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